Uva peruana acelera su ritmo y rompe techo histórico

La agroexportación peruana dejó de ser una promesa para convertirse en una realidad contundente, y ningún producto encarna mejor esta transformación que la uva de mesa. El último informe del Ministerio de Desarrollo Agrario y Riego (Midagri) no solo confirma al país como el principal productor y exportador mundial de esta fruta, sino que también establece una nueva meta histórica: las exportaciones de uva fresca superarán los 1,900 millones de dólares al cierre del 2025.

Esta cifra, proyectada sobre un volumen de 760,000 toneladas, no es un mero dato estadístico, sino la validación de una década de inversión, innovación varietal y audacia logística.

Desempeño

El crecimiento sostenido del sector en la última década (2015-2025) es espectacular. La producción nacional escaló más de un 82.5%, pasando de 597,900 toneladas a una estimación de 1.09 millones, lo que demuestra una resiliencia notable y una adaptación constante a las exigencias del mercado.

Este dinamismo se refleja en el precio promedio proyectado de 3.27 dólares el kilogramo hacia diciembre, consolidando la uva peruana como un producto premium en las principales plazas internacionales.

¿Qué impulsa este dominio global?

La ventaja peruana va más allá del clima favorable. Reside en su estacionalidad privilegiada y su especialización varietal. El Perú es uno de los pocos países capaces de asegurar un suministro constante durante la ventana crítica del hemisferio sur gracias a sus ciclos de cosecha diferenciados: Piura y La Libertad dominan el inicio (octubre a diciembre), mientras Ica y Lima complementan la fase principal (enero a abril).

Esta doble ventana permite a los exportadores cubrir las necesidades de los mercados clave en períodos de baja oferta global. A esta estacionalidad se suma la apuesta por la innovación. El liderazgo se cimienta en la predominancia de variedades sin semilla, que ya representan cerca del 75% de la oferta exportable.

La adopción de nuevas patentes y el abandono progresivo de variedades tradicionales, como la Red Globe, han permitido al país mantener la reputación de calidad y la competitividad comercial frente a rivales como Chile y Sudáfrica.

Logística

Sin embargo, la noticia más trascendental y con mayor proyección de futuro no es solo el volumen o el valor, sino también la irrupción del factor logístico. El inminente funcionamiento del nuevo puerto de Chancay marca un punto de inflexión. Se trata de una infraestructura moderna, pero también de una reingeniería estratégica de la cadena de suministro.

Al ofrecer una ruta directa al continente asiático y permitir la operatividad con buques de mayor capacidad, se proyecta una reducción significativa en los tiempos de tránsito y los costos de flete hacia mercados tan cruciales como China, Japón, Corea del Sur y Taiwán. En la actualidad, si bien Estados Unidos se mantiene como el principal destino (35%), seguido por Países Bajos (15%) y México (10%), el crecimiento sostenido hacia mercados del sudeste asiático y Medio Oriente es una necesidad estratégica.

El puerto de Chancay no solo facilitará esta diversificación, sino que también fortalecerá la posición del Perú como un proveedor logísticamente superior y más ágil en el circuito comercial global.

En síntesis, la proyección de 1,900 millones de dólares es el resultado de la convergencia de una gestión agrícola eficiente, la innovación varietal y, sobre todo, una visión logística de largo plazo. El sector de la uva de mesa se consolida no solo por la calidad de su fruto, sino también porque el país está invirtiendo estratégicamente en la infraestructura que transforma la producción en dominio global.

Este modelo debe ser replicado por otras cadenas productivas para asegurar que la agroexportación mantenga su ritmo como motor económico nacional.